El libro se refiere a las relaciones de tensión y convergencia entre el feminismo como discurso crítico sobre la condición de las mujeres en la sociedad patriarcal y como movimiento social, y el proceso de formación profesional en trabajo social en Colombia, entre 1936 y 1994. Se trata la inserción de los programas de formación en asistencia social, servicio social y trabajo social en el sistema educativo colombiano, agenciada por organizaciones de mujeres del mundo urbano, dispuestas a vencer las barreras de género impuestas a su participación en una de las promesas de la modernización: el acceso a la educación superior en condiciones de igualdad. La indagación surge de las preguntas sobre las especificidades de la formación académica para el ejercicio de una profesión cuya composición ha sido de predominancia femenina.