Atravesamos una crisis del humanismo. El término está casi obsoleto. Su dificultad para respirar no proviene de discursos despectivos hacia el hombre, no nos equivoquemos. Es a través de la compasión como este nuevo humanismo, vaciado ya de sustancia, se extiende como un cáncer. Al querer ser mejor humano, sólo humano, demasiado humano, el hombre moderno genera quimeras. El nuevo hombre soñado por los regímenes fascistas o soviéticos era un anticipo del hombre aumentado con el que sueñan los transhumanistas; de la misma manera, el Untermensch (infrahumano, como llamaban los nazis a los no arios) encuentra hoy sus avatares en una muchedumbre que no se ajusta al proyecto deseado para la humanidad. La tentación de definir al hombre a partir de sí mismo lo relega a esa condición inferior. Sólo una imagen del hombre que lo salva impide esta división idólatra ¿Por qué?
RE¿MI BRAGUE (Pari¿s, 1947) es profesor eme¿rito de Filosofi¿a medieval, ärabe y judi¿a en la Universidad de La Sorbona, y en la Universidad Ludwig-Maximilian de Mu¿nich, donde ocupo¿ la cätedra Romano Guardini. Miembro del Institut de France, ha recibido numerosas distinciones por su trabajo, entre ellos el Premio Josef Pieper y el Premio Ratzinger.