En los alrededores de la ciudad de Pasto, al sur de Colombia, existen comunidades de larga antigüedad reportadas por los primeros cronistas europeos. A pesar de siglos de dependencia con la ciudad, el despojo y cercenamiento de sus antiguos territorios y el desconocimiento y desprecio de quienes allí habitan, amplios sectores de hombres y mujeres de estas comunidades se resisten a perder la autonomía de lo que queda de sus territorios y luchan por conservar sus bienes comunitarios. Este libro muestra cómo la continuidad en el manejo comunitario de bienes comunes, la persistencia de prácticas de reciprocidad como las mingas y la vigencia latente de un pensamiento telúrico, basado en el estrecho vínculo de estas sociedades con manifestaciones naturales y espirituales que moran en los territorios que habitan, son la base para el mantenimiento y la transformación de identidades comunales y de proyectos políticos reivindicativos de carácter étnico, como el resurgimiento quillasinga y la lucha por el reconocimiento político como campesinos.